Salir a desayunar, encargar la compra por Internet, cotillear en las redes sociales o quedarse de charla con otros compañeros. Estas costumbres tipical spanish constituyen un fenómeno altamente extendido, más aún que el absentismo laboral y, por lo tanto, con un impacto económico incluso mayor para las empresas e instituciones que lo padecen. Es el presentismo.
Con el fin de calcular su incidencia real, Adecco ha encuestado a 1.000 compañías españolas, de las que la mitad reconoce contar con perfiles de este tipo. La cantidad de trabajadores presentistas, no obstante, no alcanza el 10% de sus plantillas.
A falta de datos más concretos –se trata de la primera encuesta nacional sobre esta cuestión–, podría estimarse que la tasa de presentismo en España ronda el 5%, mientras que el absentismo se sitúa en el 4,1%.
El presentismo tiene como causa principal las condiciones laborales de la empresa. Así, según indica el informe de Adecco, realizado conjuntamente con el IESE, Garrigues, Aenor, Fremap y la Universidad Carlos III de Madrid, el presentismo abunda en compañías que han atravesado varios procesos de recortes de personal. En este entorno, algunos trabajadores se pueden sentir más seguros haciéndose ver en el puesto de trabajo, aún cuando no estén haciendo nada útil.
En cualquier caso, es un fenómeno que afecta por igual a hombres y a mujeres, a directivos y a puestos inferiores, pero que abunda especialmente en puestos de trabajo indefinidos y a jornada completa. ¿Quiere esto decir que el problema se resolvería aplicando únicamente contratos de tipo temporal? No necesariamente.
La encuesta extrae una reveladora conclusión: a mayor flexibilidad horaria, menor es el presentismo. "La mayoría de empresas recurre únicamente a métodos de control de horarios y a restricciones del uso de Internet para intentar paliarlo", expone Javier Blasco, director de asesoría jurídica de Adecco. En cambio, son muy pocas las firmas que sustituyen este tipo de medidas por la evaluación de objetivos.
Lo cierto es que dos tercios de los presentistas acaban compensando en horas extras o teletrabajo el tiempo que desperdiciaron en la oficina.
"Con la crisis, se está polarizando la actitud de los empleados", agrega Jorge Guada, investigador del IESE. Así, los que malgastan su tiempo laboral, lo hacen con mayor frecuencia que en el pasado, mientras que los que antes procrastinaban ligeramente, hoy, "posiblemente por la amenaza de perder su puesto de trabajo", apenas lo hacen.