Investigadores del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional han observado que los adultos que dicen dormir entre siete y ocho horas por las noches suelen faltar menos al trabajo por motivos de salud, según los resultados de un trabajo que publica en su último número la revista «Sleep». Además, calculan que si el insomnio, la apnea u otros tipos de trastornos del sueño no existieran se podría reducir hasta un 28% el coste total de las bajas laborales por enfermedad.
En el trabajo se han analizado datos de una encuesta nacional a trabajadores finlandeses de más de 30 años realizada en el año 2000, y en total incluyeron información de 1.885 hombres y 1.875 mujeres. Todos ellos respondieron a preguntas sobre sus trastornos del sueño, síntomas de insomnio, somnolencia durante el día y el promedio de horas de sueño, así como que aportaran pruebas médicas en caso de presentar alguna enfermedad física o mental. Asimismo, los investigadores también valoraron sus ausencias en el trabajo de 2000 a 2008, a través de la base de datos del Instituto de Seguros Sociales de Finlandia, que registra las bajas laborales por enfermedad.
Teniendo en cuenta la edad, los hombres que informaron de síntomas de insomnio habituales solían faltar por motivos de salud unos 10 días al año, el doble que quienes nunca o raras veces presentaban problemas para dormir. Los resultados fueron similares para las mujeres y para la mayoría de los tipos de trastornos del sueño. De media, los hombres del estudio solían dormir cada día unas 7 horas y 46 minutos de media, mientras que las mujeres dormían 8 minutos menos (7 horas y 38 minutos).
Además, vieron que dormir entre siete y ocho horas por la noche se asoció con menos días de baja al año por enfermedad. De la muestra del estudio, solo el 10 por ciento de las mujeres y el 13 por ciento de los hombres decían dormir una media de seis horas por la noche, y menos del 3 por ciento dormían menos de cinco horas.
«Aquellos que duermen menos de 5 horas o más de 10 horas solían faltar al trabajo entre 5 y 9 días más que quienes tenían un sueño óptimo», señala Tea Lallukka, autor del estudio. Esta relación se mantuvo incluso después de tener en cuenta otros aspectos como la edad, el nivel educativo, o diferentes parámetros de salud física o mental.