Apple Watch. Es el nombre del primer smartwatch o reloj inteligente de la firma de la manzana, revelado el pasado 9 de septiembre. Es, de hecho, su primera tecnología de vestir. Saldrá a la venta en 2015 y promete impulsar definitivamente la categoría de las wearable technologies, aún joven e inmadura, bajo la que también se incluyen las Google Glass, las pulseras para deportistas y hasta una silla de ruedas presentada hace escasos días por Intel.
Porque allá donde Apple pone el ojo, provoca una revolución. Lo hizo con el iPod –convirtiendo los MP3 en el regalo estrella–, con el iPhone –que dio comienzo al boom de los smartphones– y el iPad –que reconvirtió las tabletas en un producto para el gran consumo–. Ahora, todos esperan que la marca más poderosa del mundo vuelva a hacer magia con Watch.
Un día no tan lejano, todos vestiremos tecnología y portaremos sensores que nos permitirán ser más eficientes y cuidar mejor de nuestra salud. Las nuevas tecnologías están provocando cambios de calado en el modo en que vivimos –hace sólo quince años no existía Google, y hace siete que Apple lanzó el primer iPhone–. Cambios, además, que se suceden cada vez más rápido. Juan Martínez-Barea, embajador para España de Singularity University y fundador de la start up Universal Diagnostics, habla en su libro El mundo que viene de que un "gran tsunami" está por venir en la próxima década. Antes de 2024, por tanto, las wearable technologies formarán parte de nuestras vidas, al igual que hoy lo hacen los teléfonos móviles o las redes sociales.
En realidad, las tecnologías de vestir no son sino una parte de una tendencia mayor conocida como el Internet de las cosas, o las comunicaciones máquina a máquina (M2M). La robótica y los sensores se ponen a disposición del hombre para crear empresas más productivas y eficientes, y personas más sanas e interconectadas entre sí.
Ahora bien, para triunfar, toda novedad en el mercado tiene que aportar una ventaja concreta, palpable y suficiente al usuario como para superar el coste del cambio: el tiempo o el dinero que éste debe dedicar a cambiar sus viejos hábitos para adoptar el nuevo producto.
"Las pulseras fitness tienen una aplicación muy evidente. Se dirigen al creciente mercado del deporte y la salud. Con los relojes, en cambio, el futuro no es tan evidente. Apple tiene una fuerza innegable, pero dependerá de los desarrolladores los usos que finalmente les demos a estos aparatos", opina Alberto Rodríguez Mateo, director de márketing de producto de SPC.
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