La década de los 60 también supuso una revolución para las oficinas. Las paredes de los despachos ocupados por un solo trabajador se vinieron abajo y dieron lugar a salas abiertas con mesas compartidas. Es lo que se llamó Open Plan, que supuso el comienzo del trabajo colaborativo. El cambio también trajo beneficios económicos para las empresas, que pasaron de destinar 15 metros cuadrados por trabajador a cinco; ya no necesitaban tanta superficie para alojar a sus empleados. Las críticas llegan con fuerza estos días: la falta de concentración y de privacidad afecta al bienestar de los trabajadores. Merma su productividad.
La magnitud del debate es tal que en 2014 Harvard Business Review dedicó cuatro de sus 12 portadas al asunto, entre ellas la de octubre, que abría con el artículo Why we hate our offices (por qué odiamos nuestras oficinas). “Se está hablando mucho del espacio de trabajo. En San Francisco todos los consejeros delegados de las grandes corporaciones están transformando sus plantas para adaptarlas a las nuevas necesidades”, señala Guzmán de Yarza, director del Máster in Design for Work, Retail and Learning Environments de IE University. Esos nuevos requerimientos son, esencialmente, intimidad y flexibilidad para los miembros de la plantilla.
Lo confirma Primo Orpilla, cofundador del estudio de arquitectura O+A, responsable del diseño de las oficinas de gigantes de Silicon Valley como Facebook, Microsoft o AOL, pioneras en la transformación de los espacios de trabajo "Lo mejor es el resultado, cuando los trabajadores se dan cuenta de cómo mejora su día a día en entornos humanizados, con nuevos espacios que antes solo encontraban al terminar la jornada laboral. La fusión entre la tecnología y los entornos amigables es lo que atrae a estas compañías".
El estudio de arquitectura estadounidense Gensler, el de mayor dimensión internacional según la revista Fortune y responsable de la Shanghai Tower, la segunda más alta del mundo después de la Burj Khalifa de Dubái, realizó una encuesta en 2012 a 90.000 empleados de 155 compañías para medir cómo influía el espacio de trabajo en su actividad diaria. La conclusión fue inesperada: el factor determinante para incrementar su efectividad no era el trabajo en equipo, sino la concentración individual, perjudicada por las continuas interrupciones de los compañeros, las distracciones visuales de las oficinas diáfanas y el uso de smartphones, tabletas, Twitter y Facebook.
Para ampliar la noticia, pulsar en http://economia.elpais.com/economia/2015/04/13/actualidad/1428923437_136673.html