ESTE año se cumplen dos décadas de la revolucionaria aprobación de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, un texto que sacó a España de su atraso en la materia para homologarla con los países de su entorno. La gran aportación de la normativa fue la consagración del precepto "los trabajadores tienen derecho a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo", algo que llevaba aparejada la responsabilidad de los empresarios. Pero, sobre todo, sentó las bases para una cultura de la prevención según la cual ésta no es el mero cumplimiento de una serie de normas escritas, sino una actitud de vigilancia continua por la que hay que detectar y subsanar todas las amenazas que pueden dañar la salud de los trabajadores.
Aunque como cualquier ley tiene sus peros, la 31/1995 ha sido un elemento fundamental en la transformación y modernización de las relaciones laborales en España. Los datos hablan por sí solos. Cuando se aprobó en 1995, España estaba a la cola de Europa en la materia. En el año 2000, el número de accidentes con baja declarados en jornada por cada 100.000 trabajadores (índice de incidencia) era de 7,5. Ahora, a falta de que se cierren los datos de 2014, todo indica que serán muy parecidos a los de 2013, un 2,8. En Andalucía, se ha conseguido bajar la accidentabilidad total un 33%, mientras que la accidentabilidad mortal ha descendido un 56%.
Todo lo dicho no habría sido posible sin el esfuerzo de todos: sindicatos, empresas y administraciones. Asimismo, también ha tenido mucha importancia la figura del técnico en Prevención de Riesgos Laborales, que nació prácticamente con dicha ley y que ha supuesto un auténtico yacimiento de empleo. Se puede decir que la preocupación por la prevención laboral ha sido paralela a la de la maduración democrática de España. Hoy en día no se entienden las relaciones laborales sin que la seguridad sea uno de los puntos principales.
Sin embargo, como aseguran los técnicos, la prevención de riesgos ha calado mucho más hondo en las grandes empresas que en las pymes. Las razones son varias: recursos más limitados, ausencia de sindicatos, etcétera. Será en este campo donde tendrá que avanzar especialmente y también habrá que trabajar en la incorporación de técnicas para prevenir riesgos derivados del uso de las nuevas tecnologías.