Dirigir un equipo cuando uno de sus miembros está desmotivado es una tarea compleja, aún más complicado si gran parte o la totalidad de la plantilla la que está desanimada. Y si hay un día al año en el que esta situación puede llegar a darse, es precisamente hoy, el tercer lunes de enero. Esta jornada, acuñada como blue Monday es la más triste del año.
Aunque no todos le dan validez al blue Monday, lo cierto es que existen factores externos a la organización que pueden repercutir negativamente en el trabajo.Tal y como explica Guido Stein, profesor de dirección de empresas del IESE, la desmotivación del empleado está causada o por factores internos de la empresa, o por factores ajenos a ella. “Y son estos últimos los más complicados de combatir”, explica. Porque cuando el desánimo y el abatimiento viene de dentro, la propia organización puede tomar medidas concretas “como fijar nuevos proyectos que motiven a los empleados, valorar la labor de cada uno de ellos o premiar el buen quehacer de un trabajador”, afirma Ceferí Soler, profesor del área de dirección de personas de Esade.
En estos casos, lo único que pueden hacer los gestores para minimizar los daños es reducir las barreras que provocan que alguien no lleve a cabo sus labores de forma adecuada, y así disminuir el impacto negativo. “Por ejemplo, separando a los empleados que pueden estar desmotivados en equipos diferentes, para que el absentismo no afecte al trabajo y no multiplique sus efectos”, comenta Stein, que añade que rodear a alguien desmotivado de compañeros con ánimo y energía puede, incluso, ayudarle a superar esa mala racha.
Sin embargo, cuando la desmotivación salpica a un alto porcentaje de la plantilla, lo más aconsejable es “buscar factores positivos accesorios que combatan cualquier estímulo negativo”, apunta José María Gasalla, profesor de coaching de Deusto Business School.
Pero sin duda, la mejor forma de hacerle frente a aquellos factores que la organización no puede controlar, es reforzar aquellos en los que sí tiene poder. Y eso solo se puede llevar a cabo reaccionando desde el primer momento ante cualquier atisbo de desmotivación: “es necesario llevar un trabajo constante, dando autonomía al empleado y haciéndole saber que su figura es realmente importante para la empresa”, alega Soler. “En el momento en el que refuerzas lo interior, eres muchísimo menos influenciable ante lo que sucede de puertas para fuera. Con los buenos hábitos, con el reconocimiento del trabajo y dando autonomía a los empleados, la organización construye una coraza”, explica Gasalla. De hecho, este blindaje puede provocar, incluso, que la plantilla vea en su organización un lugar en el que refugiarse. “Pero esto solo se logra con un trabajo prolongado y con vistas al largo plazo”, afirma Soler.