El sector aéreo dio el año pasado una nueva muestra de su gran evolución en materia de seguridad con un nuevo récord en baja siniestralidad a pesar de que hubo dos accidentes provocados, el del avión de la aerolínea Germanwings estrellado por su piloto suicida en los Alpes y el del avión ruso de la aerolínea Metrojet que cayó en aguas de Egipto tras una explosión en un aparente atentado terrorista.
El informe de la consultora Ascend, del grupo Flightglobal, cifra la ratio de siniestralidad en uno por cada 40 millones de pasajeros, cuatro veces menos que en 2014. Si se descuentan los dos accidente no casuales citados, los restantes fueron con aviones pequeños, originando los dos más relevantes, 54 muertos en Papua, que viajaban en el ATR 42 de Trigana Air, y 43 muertos en Taipei en un avión de TransAsia. Sólo tres de estos accidentes correspondían a vuelos de billetes en venta, el ratio más bajo desde 1946, año en el que el número de vuelos era muchísimo menor que actualmente.
Los 16 accidentes que se registraron en 2015 con 560 muertes son muy inferiores a la media de los 10 años anteriores, que es de 31 accidentes y 714 muertes. En 2014 los números fueron de 21 accidentes mortales y 986 muertes. Cifras todas ellas muy bajas si se tiene en cuenta que el año pasado hubo un récord de 32 millones de vuelos y 3.700 millones de pasajeros. La seguridad de aviones, aeropuertos y la profesionalidad de los pilotos ha mejorado exponencialmente. Hace 50 años se registraron 87 accidentes y 1.597 muertes, pero con un 95% menos de pasajeros transportados.
En el último quinquenio 2010-2015 la siniestralidad ha bajado considerablemente y si se mantuviera esta mejora a lo largo de la década, se ahorrarían 4.400 vidas de pasajeros y tripulaciones respecto a la década anterior. Las exigencias de seguridad que rigen en Occidente para cualquier actividad del transporte aéreo, muy estrictas, coadyuvaron a que ningún avión de este área del mundo sufriera un accidente mortal, excluyendo los provocados, a pesar de que en conjunto sumaran 32 millones de vuelos y 3.700 millones de pasajeros.
El año pasado tampoco sufrieron accidentes mortales los aviones construidos por países del Este y Orientales, aunque el informe recuerda que las flotas de estos aparatos han descendido mucho en comparación con los de Occidente, encabezados por Airbus y Boeing.
El primer lugar lo ocupa por tercer año consecutivo la australiana Qantas, la aerolínea más antigua con 95 años de vuelos ininterrumpidos, y que no ha tenido jamás un accidente desde que comenzó la turbopropulsión. Entre estas 20 más seguras están las europeas Finnair, KLM, Lufthansa, Scandinavian (SAS), Swiss y Virgin. De las 407 aerolíneas fiscalizadas, 148 tienen las siete estrellas de máxima seguridad, pero todavía hay medio centenar que cuenta con tres estrellas o menos, siendo una decena las que sólo obtienen una estrella, todas ellas procedentes de Indonesia, Nepal y Surinam.
Fuente: La Celosía