Científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido) han desarrollado un nuevo jabón que responde a las fuerzas magnéticas cuando se disuelve en otra sustancia. Sus propiedades hacen que sea sencillo de eliminar, por lo que podría aplicarse en tratamiento de aguas y labores de limpieza medio ambiental. El avance se publica en la revista Angewandte Chemie.
Isabelle Grillo, una de las autoras e investigadora del Instituto Laue-Langevin (ILL) en Francia, afirma a SINC que este nuevo jabón en el futuro se podrá utilizar en la limpieza de vertidos de petróleo y en química de separación para recuperar productos caros o contaminantes. Incluso se podría aplicar en sistemas de administración de fármacos y para limpiar en lugares de difíciles acceso, como rincones y grietas de los componentes de máquinas.
La experta francesa opina que en pocos años podremos ver el nuevo desarrollo a la venta, aunque se necesita más tiempo para optimizar los efectos y reducir los costos de estos productos químicos. Julian Eastoe, investigador de la Universidad de Bristol y líder del equipo, reconoce que desde el punto de vista comercial, estos líquidos todavía no están listos para aparecer en cualquier producto de limpieza.
Este surfactante o tensoactivo, como se denomina en el ámbito industrial, está compuesto por sales ricas en hierro y disueltas en agua. Concretamente, se ha utilizado una disolución de hierro formada por iones de cloruro y bromuro, similar a la que se puede encontrar en un enjuague bucal o en el suavizante común.
La incorporación del hierro en la mezcla hace que se creen centros metálicos dentro de las partículas de jabón y permite controlarlas con imanes. Este aspecto no se había logrado antes en líquidos iónicos, donde la solución aislaba demasiado los centros metálicos y no permitían ninguna respuesta magnética.
Como la mayoría de los imanes son los metales, desde el punto de vista puramente científico estos surfactantes líquidos iónicos son muy inusuales, por lo que es un descubrimiento particularmente interesante, destaca Eastoe.
Los investigadores ya habían trabajado anteriormente con jabones sensibles a la luz, al dióxido de carbono, a los cambios en el pH, a la temperatura o la presión, buscando una forma de controlarlos cuando se disuelven en otra sustancia y poder eliminarlos una vez han actuado sobre una superficie.
Para probar sus propiedades magnéticas, el equipo introdujo un imán en un tubo de ensayo que contenía el nuevo jabón, lo que provocó que levitara superando la fuerza la gravedad. Después, en el ILL analizaron en detalle las propiedades del compuesto.