La presencia de compuestos químicos tóxicos en el ambiente ha convertido en una necesidad el desarrollo de directrices concretas acerca de los límites de exposición. Un proyecto de la UE ha llevado a cabo un importante estudio acerca de un grupo de compuestos químicos que, con frecuencia, se introducen en las cadenas alimentarias.
Existe una amplia variedad de compuestos químicos tóxicos para los seres vivos. Entre ellos, los bifenilos policlorados (BPC) resultan particularmente preocupantes. Debido a su presencia en la cadena alimentaria y a su capacidad para acumularse en el tejido adiposo, estos compuestos aparecen con frecuencia como contaminantes en los alimentos. Algunos BPC se consideran similares a las dioxinas. Estas últimas, que constituyen también un grupo de moléculas orgánicas cloradas generalmente tóxicas, han sido objeto de numerosas investigaciones.
Sin embargo, los BPC no similares a dioxinas (BPC-NSD) se conocen con menos detalle, a pesar de que la mayoría de los BPC presentes en los alimentos y en el tejido humano pertenecen a esta categoría. Por este motivo, los efectos perjudiciales de este tipo de compuestos resultan más complicados de detectar, y, debido al desconocimiento de su toxicidad y su modo de acción, no existen directrices sanitarias sobre los valores de exposición recomendables para seres humanos.
El proyecto ATHON («Análisis de la toxicidad y el riesgo de los BPC no similares a dioxinas presentes en los alimentos») ha llevado a cabo una serie de investigaciones dirigidas a encontrar respuestas a estas cuestiones, con el fin obtener información acerca de la toxicidad neuroconductual, reproductiva, hepática y sobre el desarrollo de estos compuestos, así como sus efectos cancerígenos, y de facilitársela a las autoridades sanitarias. Además, este proyecto investigó indicadores relacionados con la inmunotoxicidad, las alteraciones endocrinas y el metabolismo de los BPC-NSD.
Los datos obtenidos en este estudio muestran de manera inequívoca que los diversos BPC-NSD tienen diferentes efectos y modos de acción. En términos generales, los análisis in vivo e in vitro llevados a cabo mostraron el impacto de estos compuestos en la diferenciación, el crecimiento y la función de las neuronas. También se detectaron efectos de modulación endocrina, que afectaron a diversos sistemas hormonales como el tiroideo, el esteroideo y el retinoide. Los efectos cognitivos debidos a la exposición a estas sustancias durante el desarrollo incluyeron alteraciones permanentes en el comportamiento.
Los científicos de ATHON emplearon diferentes métodos de clasificación, entre los que se incluyeron modelos de relación cuantitativa estructura-actividad (QSAR), estudios toxicocinéticos y análisis de expresión génica diferencial in vivo. Los datos generados por el proyecto ATHON podrán utilizarse en futuros estudios para determinar los márgenes de exposición y parámetros de efectos múltiples, teniendo en cuenta que la exposición rara vez se limita a una única toxina.
La evaluación de los límites de exposición a las toxinas con respecto a la salud y a la seguridad laboral requiere analizar una gran cantidad de información. Los científicos de ATHON han proporcionado un valioso punto de partida a los organismos reguladores, los cuales podrán establecer umbrales de toxicidad y directrices acerca de los máximos niveles de exposición a los BPC-NSD.