De entre las numerosas directivas aprobadas por la Unión Europea en el campo de la seguridad y salud en el trabajo, hay una cuya gestación estuvo particularmente rodeada de problemas. Se trata de la directiva 2013/35/UE de 25 de junio de 2013 que establece las prescripciones minimas de seguridad y salud de los trabajadores expuestos a campos electromagnéticos.
En su formulación original fue la directiva, la 2004/40/CE, que nunca llegó a estar efectivamente en vigor porque su fecha de transposición fue retrasada dos veces, primero por la directiva 2008/46/CE y luego por la directiva 2012/11/UE. La causa de tanto retraso fue básicamente que en su primera redacción la directiva era tan estricta que hacía imposible que se cumpliera con ella en las instalaciones de radiodiagnóstico por resonancia magnética nuclear, lo que constituía un problema de proporciones muy importante.
Las discusiones para enmendar el yerro se prolongaron durante casi nueve años, hasta la publicación de la directiva 2013/35/UE de 25 de junio de 2013, que debía ser transpuesta por los Estados miembros antes del 1º de julio de 2016, cosa que el gobierno español hizo con un pequeño retraso mediante el Real Decreto 299/2016, de 22 de julio.
La y el real decreto que la transpone son de una complejidad considerable, por lo que la Comisión Europea, en ligar de dedicarse al dolce far niente ha aprovechado los largos años de impasse para elaborar una documentadísima y voluminosa Guía de aplicación no vinculante y estructurada en dos volúmenes.
Para acceder a la documentación: http://www.prevencionintegral.com/actualidad/noticias/2016/10/08/guia-para-aplicacion-real-decreto-2992016-sobre-campos-electromagneticos?utm_source=cerpie&utm_medium=email&utm_campaign=flash_31_10_2016