Las cambiantes condiciones económicas y sociales surgidas en los últimos años han originado una vertiginosa evolución dentro del mundo laboral actual caracterizada por diversidad de estrategias como, por ejemplo, la introducción de fórmulas flexibles de trabajo, nuevas prácticas de producción, caracterización de la producción únicamente sobre pedidos, implementación de una reestructuración significativa de la organización del trabajo, a veces a través de la externalización y otras a través de la deslocalización o a veces ambas, etc.
Esta evolución, si bien para ciertas personas ofrece excelentes oportunidades para que el trabajo sea más gratificante y satisfactorio, influyendo en una mejora en la calidad de vida de las mismas, puede ser vista por otras como una amenaza, repercutiendo en la promoción de la salud y el sistema de prevención de riesgos laborales, planteando nuevos desafíos para la seguridad y la salud de los trabajadores: la aparición de riesgos psicosociales vinculados al modo en que se diseña, organiza y gestiona el trabajo, así como al contexto económico y social del mismo.
Los riesgos psicosociales, siguiendo la definición de la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo, “son los que se derivan de la organización del trabajo y de su entorno, es decir, tanto de las relaciones sociales o personales que se desarrollan en el centro de trabajo como de las relaciones sociales externas entre el personal de la empresa y sus usuarios, clientes o incluso con otras personas ajenas a su actividad y cuya presencia en el centro de trabajo puede ser ilegítima”.
La Federación Asturiana de Empresarios (FADE) recoge en esta guía las mejores pràcticas de las empresas asturianas en prevención de riesgos psicosociales.
Más información: http://web.fade.es/es/portal.do