Lucir la etiqueta “empresa saludable” está de moda. Hace años que al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, Argentina o Brasil, las compañías impulsan y financian iniciativas destinadas a mejorar la salud y los hábitos de vida de sus trabajadores con la premisa de que un empleado sano es más productivo.
Incentivos económicos para quienes llegan a trabajar en bici, menús cardiosaludables en el comedor de empresa, salas para la siesta, circuitos para hacer kilómetros y estiramientos dentro del edificio corporativo, consultas semanales gratuitas con un coach, un entrenador personal o un dietista, clases de relajación, gimnasio gratuito, ejercicios de refuerzo muscular durante la jornada laboral, pruebas de detección precoz de cáncer de colon, equipos deportivos, oferta de fruta en las máquinas de vending o flexibilización de horarios son ejemplos de las muchas iniciativas que empiezan a ofrecer las empresas a sus trabajadores.
Anna Fornés, directora de la Fundación Factor Humà, asegura que hace años que quienes trabajan en la gestión de los recursos humanos vienen defendiendo la importancia de cuidar la salud de los empleados más allá de la prevención de los riesgos laborales y atendiendo tanto la vertiente física como la emocional. “En las empresas trabajan personas y según el estilo de vida que llevemos estaremos más o menos sanos, a nivel físico y psíquico, y al final de eso dependerá que hagamos bien nuestro trabajo o no”, apunta. Explica que hay compañías que llevan años trabajando para promover la salud de su plantilla, pero ahora se ha intensificado el interés por los programas de bienestar porque hay una mayor preocupación por los estilos de vida no saludables, porque son muchos los trabajadores que sufren estrés, las situaciones estresantes ya causan al menos tres de cada diez bajas laborales y ello conlleva un coste superior a los 8.000 millones de euros.
“En Estados Unidos existen másters específicos para especializarse en promoción de la salud en el lugar de trabajo porque disponen de infinidad de estudios que demuestran que estas estrategias son buenas para la empresa”, comenta Estel Mallorquí, fundadora y directora de Biwel, una consultora especializada en implantar y gestionar programas de bienestar en empresas que quieren certificarse como saludables. A modo de ejemplo menciona a la firma Kern-Pharma, que había detectado muchos problemas osteomusculares entre los empleados de su fábrica y que, tras implantar un programa de ejercicio físico preventivo que obliga a comenzar la jornada con diez minutos de estiramientos, ejercicios de flexibilidad y de refuerzo muscular adaptados a cada tipo de trabajo, ha logrado reducir un 30% la duración de las bajas laborales por dolores musculoesqueléticos “lo que ha permitido a la compañía recuperar dos euros por cada euro invertido sólo en el primer año”.
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