Si la evidencia científica ha demostrado el efecto pernicioso de la exposición al asbesto sobre la salud pulmonar, ahora parece que le toca el turno a las arterias. Un estudio muestra que esta sustancia podría ser también responsable de un mayor número de infartos y de ictus entre los trabajadores en contacto con el polvo del amianto.
El asbesto o amianto está constituido por un grupo de minerales fibrosos distribuidos por todo el mundo. Debido a sus propiedades aislantes, mecánicas, químicas y de resistencia al calor y las llamas hicieron que se utilizara ampliamente en la construcción y otras industrias, como las del automóvil o la naval, entre los años 50 y 70. En 1978, el asbesto fue declarada sustancia cancerígena por lo que a partir de esa fecha se fue restringiendo su producción, pasando de cinco millones de toneladas en 1975 a tres millones en 1998. No obstante, en nuestro país el uso de materiales con algún tipo de amianto estuvo permitido hasta 2002.
La principal vía de entrada del amianto en el organismo es la respiratoria. Numerosos estudios han demostrado que, a largo plazo, esta exposición al asbesto está relacionada con una mayor incidencia de enfermedades pulmonares, como mesotelioma o cáncer.
Para mayor información: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/04/02/corazon/1333377106.html