La tecnología protésica o robótica ha encontrado un gran campo de expansión en el mercado laboral. Ya no se trata de suplir las carencias físicas de las personas discapacitadas, sino de que los trabajadores mejoren su rendimiento laboral. Este uso plantea serios problemas éticos y está llamado a aumentar la desigualdad de oportunidades entre los que puedan y estén dispuestos a utilizar dichas tecnologías y los que no, según advierte el informe "Human enhancement and the future of work" elaborado conjuntamente por la Royal Society, la Academy of Medical Sciences, la British Academy y la Royal Academy of Engineering.
Las principales sociedades científicas del Reino Unido calculan que este fenómeno comenzará a producirse “en un futuro cercano”. Los implantes oculares para mejorar la visión nocturna, los biónicos para almacenar y acceder a una gran cantidad de información o los implantes de extremidades, para aumentar la fuerza, la rapidez o la precisión y reducir el cansancio, son ya una realidad en el ámbito militar.
Otra de las preocupaciones expuestas en el informe científico tiene que ver con las posibilidades laborales y militares de los avances neurocientíficos, lo que implicaría una serie de “problemas legales y éticos”. Entre la tecnología desarrollada en este terreno destacan los mecanismos que permiten enviar señales eléctricas a través del cráneo mediante la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS) para conectar directamente la mente a sistemas informáticos. No se trata de ciencia ficción, aunque el informe parezca estar inspirado en el distópico guion de la serie británica Black Mirror de Charlie Brooker.
Uno de los estudios citados en el informe describió cómo los neurocientíficos estadounidenses emplearon tDCS para mejorar la capacidad de las personas para detectar bombas en las carreteras, francotiradores y otras amenazas ocultas en un programa de realidad virtual de formación utilizado por las tropas destinadas a Oriente Medio. “Los que tenían tDCS aprendieron a identificar los objetivos mucho más rápido y su precisión era el doble de la que tenían las personas con estimulación cerebral mínima”, explica el neurocientífico cognitivo y autor principal del estudio Vince Clark. Aún se desconocen las consecuencias a largo plazo para la salud de estas tecnologías y fármacos.
Para mayor información: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/11/08/el-futuro-del-trabajo-implantes-y-drogas-para-ser-mas-productivos-108806/