Nadie duda que el exceso de ruido puede generar enfermedades y aún así el ruido no deja de estar presente en cada instante de la vida. Sin embargo, es posible reducir la contaminación sonora mediante el empleo de soluciones estructurales como las barreras acústicas instaladas junto a las carreteras o a los ferrocarriles de gran tránsito o de otros componentes acústicos estructurales denominados silenciadores que se utilizan en el interior de los edificios para mantener un nivel de ruido aceptable. Aún así estas soluciones no están exentas de contrapartidas. Los componentes de construcción utilizados pueden resultar efectivos a la hora de reducir el ruido, pero con frecuencia no resultan prácticos.
Los arquitectos que incluyen medidas de aislamiento sonoro en sus diseños suelen advertir de la poca flexibilidad que ofrecen los materiales modernos. Los factores que limitan la elección de un material incluyen el peso, su resistencia al fuego o los requisitos higiénicos que implica el diseño de cocinas o laboratorios de gran tamaño. Además hay que tener en cuenta la estética, pues a pocos agrada un muro de cemento construido a lo largo de una carretera. Científicos del Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción (IBP, Alemania) trabajan para dar con soluciones innovadoras a estos problemas.
«Uno de nuestros principales intereses pasa por el desarrollo de componentes constructivos microperforados. Esta tecnología es adecuada para cualquier tipo de material y permite construir silenciadores multifuncionales y atractivos con una gama amplia de aplicaciones», explicó el profesor Philip Leistner, director en funciones del IBP y director de su Departamento de Acústica.
Los silenciadores microperforados están compuestos de membranas o láminas que han sido microperforadas con una gran cantidad de agujeros o ranuras. Cuando las ondas de sonido en forma de moléculas de aire en oscilación impactan sobre la superficie de este material se genera fricción entre el aire en movimiento y el borde de las microperforaciones. Esta pérdida de energía es la que permite que se absorba el sonido. El único prerrequisito es que se sitúe una cámara de aire tras las aberturas para que las moléculas puedan seguir oscilando una vez atraviesen el material, pues de otra forma se reflejarían. Las aberturas pueden taladrarse, perforarse o punzarse en función del material utilizado.
«Se trata principalmente de lograr una eficiencia de costes», explicó el profesor Leistner. «A la hora de garantizar la rentabilidad del proceso de fabricación es importante comprender que no todos los métodos son igual de idóneos para cada material.»
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