Las compañías son conscientes de los peligros que conllevan los romances en el puesto de trabajo. A juzgar por los hechos, les resulta difícil contener las pasiones que surgen en la oficina. Algunas empresas optan por redactar una normativa sobre las relaciones amorosas entre empleados, conscientes de las posibles consecuencias jurídicas. Aun así, incluso las mejores normas de conducta no sirven de nada cuando los trabajadores siguen sus instintos, en lugar de respetar el manual del empleado. Las relaciones poco adecuadas pueden acabar con una buena carrera profesional y los alegatos de favoritismo pueden costar a las compañías millones de dólares o arruinar su reputación.
El mes pasado, el ejecutivo Keith Rabois abandonó de forma inmediata la empresa Square, compañía especializada en pagos desde móviles, después de que una empleada le acusara de acoso sexual. Rabois ha negado públicamente las alegaciones, asegurando que él y la empleada mantenían una relación de mutuo acuerdo que empezó antes de que la demandante trabajara en la empresa. La compañía alegó no tener conocimiento de la relación hasta que el representante legal de la demandante acusó al ejecutivo de acoso el mes pasado. Los abogados aseguran que las compañías que establecen normas básicas sobre las relaciones entre empleados tienen más posibilidad de sortear las demandas llegado el caso.
Algunas empresas tienen terminantemente prohibidas las relaciones entre compañeros de trabajo. Más habituales son las normas que recomiendan no mantener relaciones entre jefes y subordinados o las que exigen a las dos partes que pongan en conocimiento de la dirección de la empresa su relación. En algunas ocasiones las empresas incluso han llegado a redactar "contratos" para que las parejas que los suscriben declaren que su relación es de mutuo acuerdo. En abril del año pasado, el consejero delegado de Best Buy, Brian Dunn presentó su dimisión cuando la empresa comenzó una investigación sobre su "conducta personal", para conocer si había hecho uso indebido de los activos de la empresa durante su supuesta relación con una subordinada.
Según las conclusiones de la investigación, aunque no utilizó indebidamente los recursos de la empresa, "infringió la normativa de la compañía al entablar una relación personal con una empleada, lo que afectó negativamente al entorno laboral".
Ante la duda, muchas compañías optan por no inmiscuirse en las relaciones que entablan sus trabajadores. Según un sondeo de 2006, menos del 20% de las empresas encuestadas por la Sociedad de Gestión de RR.HH. contaban con una política concreta sobre cómo abordar las relaciones en la oficina. ¿La causa? A algunas compañías no les gusta la idea de proyectar una imagen de intromisión en la vida privada de sus empleados.