Practicar actividad física de forma ocasional o porque llegan vacaciones tiene muchos riesgos, por lo que se hace necesario seguir una serie de consejos para iniciarse en el deporte sin poner en peligro su salud. Vivimos en una sociedad estresada y estresante, con un ritmo acelerado de trabajo o peor aún, con la preocupación su posible pérdida. Vamos a un ritmo acelerado. Padres y madres suelen trabajar todo el día y llegan tarde a sus hogares. No queda tiempo para el autocuidado; el sedentarismo, la mala alimentación, el estrés y algún factor de riesgo cardíaco como el colesterol, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad o el tabaquismo comienzan, lentamente, a pasar factura. Este es el motivo de que los eventos cardiovasculares (como el infarto de miocardio) aparezcan cada vez a edades más tempranas.
Los especialistas recomiendamos siempre hacer deporte, pero advertimos que estos ‘deportistas ocasionales’ son los que tienen más riesgo de sufrir, desde lesiones óseas, musculares o articulares, hasta un evento cardiovascular o, incluso una muerte súbita, debido a la falta de una preparación adecuada, gradual y regular. Las personas sedentarias con una inadecuada preparación física, que tratan de recuperar en un sábado todo el esfuerzo físico que no hicieron a lo largo del mes o la semana anterior, se sitúan, sin saberlo, en una situación de elevado peligro. Sus músculos están débiles, con falta de flexibilidad, con mala irrigación sanguínea, escasa coordinación y, seguramente, muchos de ellos posean algún factor de riesgo cardiovascular, a veces conocido y controlado por su médico de cabecera, pero en muchas otras ocasiones, no.
Los especialistas debemos prestar especial atención al corazón de estos deportistas, que no tienen tiempo, porque estudian, trabajan, llevan una familia, etc., y tratan de sacar horas de donde pueden para entrenar y, a veces, esta preparación no es de calidad.
El control de su frecuencia cardíaca nos dará información durante y después del ejercicio. Nos informa de cómo reacciona el cuerpo al mismo, ayuda a controlar la intensidad del deporte, contribuye a que se entrenen mejor, apunta sus progresos y nos documenta sobre la existencia o no de alteraciones (por ejemplo: un pulso elevado en reposo es un mal signo cardiaco). Aunque lo más importante en el entrenamiento es contar con un pulsómetro que nos muestra si las pulsaciones, tras el esfuerzo, vuelven a la normalidad.
Uno de cada 200.000 deportistas tiene una alteración cardíaca que le provoca una muerte súbita. La mayor frecuencia se da entre varones menores de 35 años. Es muy difícil detectar en un estudio rutinario, con un electrocardiograma, alguna dolencia cardiaca congénita que predisponga a tener una muerte súbita salvo que sea muy evidente.
Para ampliar la información: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/04/01/los-riesgos-del-deportista-de-fin-de-semana-117743/