Dolores de cabeza, fatiga, molestias musculares y pérdida del interés por el trabajo son algunos de los síntomas que indican que un profesional está padeciendo una elevada tensión en la empresa. Una dolencia que puede afectar al rendimiento del equipo. El estrés se ha convertido en la segunda dolencia laboral que más bajas causa. En la Unión Europea aproximadamente el 66% del absentismo justificado se debe a esta enfermedad que afecta de manera particular a ocupaciones como policías, periodistas, médicos, etcétera, aunque no es exclusiva de estas profesiones. Es más, 1 de cada 4 trabajadores sufre problemas de salud ligados a la tensión en el trabajo, lo que le supone a la UE un gasto de 20.000 millones de € al año.
El estrés no entiende de jerarquías y puede afectar por igual a cualquier trabajador en todos los niveles. Las organizaciones también padecen el estrés de sus empleados que rebajan su capacidad productiva. Por eso mismo, expertos como Antonio Iniesta, presidente de la Asociación Española de Médicos del Trabajo, aconseja estudiar los riesgos de cada puesto y de cada empresa ya que "hay un estrés positivo que favorece el rendimiento, pero cuando la demanda supera lo que da de sí un empleado se produce el problema de salud".
Cuando se supera este punto de inflexión, la tensión acumulada puede devenir, según Javier Tovar, responsable talent management de MOA BPI Group, "en alteraciones del sueño, dolores de cabeza y musculares, abandono de conductas saludables, falta de atención y de memoria, pérdida de agilidad del pensamiento, etcétera". Consecuencias que convierten al estrés en uno de los principales males en el trabajo.
Según Tovar, el manager "puede reducir el estrés del equipo a través de un estilo de liderazgo positivo y orientado a servir a la plantilla, mostrando conductas de apoyo y eliminando las barreras y obstáculos para facilitar el trabajo en equipo. Es clave plantear al colaborador demandas claras y ajustadas a su capacidad, no excesivas ni ambiguas. Además, es importante apoyar a las personas a través de un reconocimiento adecuado del desempeño en función de aportaciones". Sin embargo, no siempre es fácil darse cuenta de que alguno de los colaboradores está sufriendo una presión excesiva y los métodos de prevención llegan tarde. Por eso Antonio Iniesta aconseja que, una vez llegado a ese punto, hay que hacer llegar a ese empleado a los equipos de prevención para evaluar su estado. "También hay que intentar hablar con él. Existen técnicas y cursos que enseñan a los responsables a gestionar las causas del estrés". Iniesta también recomienda que el enfermo proponga soluciones para así hacerle partícipe del posible remedio.
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