Los trabajadores que fuman son más caros. En concreto cuestan a las empresas, según hemos podido saber en los últimos días, hasta 2.000 € más en términos de productividad que aquellos compañeros que no han caido en las garras de la nicotina. Esto es lo que revela un reciente estudio de la Sociedad de Prevención de Fremap y la empresa farmacéutica Pfizer y cuyo objetivo no es otro que el de reducir los niveles de tabaquismo en el entorno laboral.
Según el citado estudio, de estos 2.000 € de más que un fumador cuesta a su compañía el 73% corresponde a una pérdida de productividad derivada del tiempo invertido en echar unos cuantos cigarrillos en plena jornada, mientras que el resto del coste se atribuye a la mayor posibilidad de absentismo laboral de estos trabajadores respecto de los que no fuman. Como indica uno de los expertos de la sociedad de prevención de riesgos, el doctor Antonio Meléndez, el tabaco es, sin lugar a dudas, uno de los «principales enemigos» para nuestra productividad, pero ¿hay más?
En realidad, si nos detuviéramos a pensar en todo aquello que puede distraernos de nuestras obligaciones laborales, las posibilidades se contarían por decenas. Si, además, nuestro trabajo requiere del uso de un ordenador conectado a internet, esos elementos de distracción se incrementarán en gran medida: redes sociales, correos electrónicos, chats con los compañeros de trabajo, navegación en páginas webs e incluso juegos online desde nuestro ordenador. A ello habría que añadirle también el tiempo que se tarda en salir a fumar, en el desayuno, en el café de media mañana...
Ante toda esta vorágine de elementos que se configuran como grandes amenazas para nuestra eficiencia en el trabajo el experto Sandalio Gómez, titular de la cátedra de Relaciones Laborales en el IESE, explica a ABC que todos estos factores de distracción no son, en absoluto, los principales enemigos de nuestra productividad, pues «el aspecto que mejor determina la capacidad productiva de un trabajador es su nivel de satisfacción con las tareas que lleva a cabo en la empresa, el hecho de que se sienta cómodo, a gusto, y de que sienta que tiene cierto nivel de responsabilidad». Como el profesor indica, «si nos sentimos importantes y valorados en nuestro puesto» es más probable que seamos trabajadores productivos «con total independencia de que salgamos a fumar o no nos levantemos de la silla».
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