El marco laboral español ha sido objeto de revisión y de reformas desde el momento en que la crisis económica y financiera provocó la destrucción de más de tres millones de puestos de trabajo. Desde 2008 los análisis señalaban, entre otros, dos puntos débiles de esta estructura: la falta de flexibilidad y una productividad mejorable, más aún si se comparaba con algunas de las principales economías europeas. Dos reformas laborales después, las empresas han ganado en flexbilidad para despedir y contratar, y la productividad ha aumentado, si bien en muchos casos, la carga de trabajo ha tenido que repartirse entre menos empleados.
Sin embargo, la legislación sigue adoleciendo de elementos que faciliten la conciliación laboral y familiar en el seno de las empresas, muchas de las cuales aluden a una posible pérdida de productividad para no aplicar una política en este sentido. Dos aspectos a debate en un encuentro organizado por CincoDías para poner luz a algo que suele verse como más como un mito que como una realidad.
Un concepto en ocasiones difuso:“Es una manera de conseguir personas equilibradas, gente sana y entusiasmada con su vida personal y con su vida profesional”, afirma Dulce Subirats, directora de RR.HH. de Mutua Madrileña. Para su homólogo en la farmacéutica Lilly en España y Portugal, Juan Pedro Herrera, “no se puede considerar como un elemento aislado” dentro del engranaje de una compañía, sino como una pieza fundamental, dentro de “un estilo de gestión de negocios y de personas”. La responsable de este departamento en Cisco Systems España, Elvira Alcalá-Zamora, sostiene que una política de conciliación laboral y familiar “repercute en tener trabajadores mas satisfechos, entornos de trabajo más agradables y empleados dispuestos a ser más productivos y eficientes”.
Puesta la base, toca desgranar algunos de los tópicos que suelen asociarse a las medidas de conciliación. Por ejemplo, que tenga efectos económicos negativos para la empresa por una pérdida de productividad:“Se asocia conciliar a coste económico, y no necesariamente. Es una cuestión de racionalizar, por ejemplo, los horarios, de flexiblidad… y la flexibilidad no genera ningún coste. Se puede trabajar en otros espacios, en otras horas, y esto redunda en una mejora de la organización”. Nieves Alarcón, experta en temas de conciliación de la vida personal, familiar y laboral y profesora del Centro Universitario Villanueva, recuerda que los españoles “somos de los que más horas trabajamos, pero no los más productivos”. Además, sostiene que “la conciliación genera rentabilidad. Hay un principio económico que siempre se cumple: el de los incentivos. Cuando das, recibes. Tener a una persona sentada frente al ordenador 12 horas al día no garantiza su productividad”.
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