La pasada semana, los medios de comunicación anunciaban la tragedia: seis muertos por un escape de gas en una mina de León. Mientras esto ocurría, 787 kilómetros más al sur, en Huelva, se trabajaba en algo que podría haber salvado esas vidas. Se trata del Angelhelmet, o, como señala Darío García, su creador, “un casco que queremos se convierta en el ángel de la guarda del minero, de ahí el nombre”.
Fundador y director general de la empresa Presistem, Darío explica que el casco lleva incorporados diez sensores, “la competencia tan solo incorpora uno o dos”. Cada uno de los dispositivos realiza mediciones sobre el entorno del minero 1.000 veces cada segundo. “Empezamos por la implementación de un dispositivo de localización, al que luego se fueron añadiendo un sensor de gases, que avisa al minero en caso de detectar una fuga; un sensor de impacto, por si le cae algo en la cabeza, que el mismo casco envíe una alarma fuera para que puedan auxiliarlo; un botón de socorro que el minero puede pulsar si le ocurre algo, y un sensor de movimiento, que registra si se ha quedado parado mucho tiempo en el mismo sitio, debido, por ejemplo, a un desmayo”, desgrana.
Además, este casco, cuyo nombre técnico es casco electrónico de seguridad integral (CESI), puede llevar un módulo que permite enviar mensajes desde el cuarto de control de la mina hasta el trabajador. “El minero recibe el mensaje en su propio casco a través de un aviso lumínico o por vibración. Así, el propio minero también podría responder a través de su Angelhelmet, puesto que está equipado con una pequeña pantalla y un dispositivo de mensajes de respuesta predeterminada”. El diseño de Presistem fue nombrado producto más innovador en Exponor 2013, en Chile, “la feria más importante del sector”, dice.
Este empresario y emprendedor sabe de lo que habla cuando de necesidades de seguridad en la mina se trata. “Durante tres años estuve trabajando en el mantenimiento de los sistemas de comunicación en las galerías de Minas de Aguas Teñidas, en Almonaster la Real (Huelva). He bajado muchas veces a la mina, así que me considero un minero más. Desgraciadamente, tuve que vivir de cerca dos accidentes. Trabajando allí me preguntaba cómo hemos podido poner un hombre en la luna y, al tiempo, somos prácticamente incapaces de comunicarnos con una persona que baja a 500 metros de profundidad”.
Para acceder a la noticia completa, pulsar en el siguiente link: http://economia.elpais.com/economia/2013/11/08/actualidad/1383917264_353845.html